El Bolsón, ciudad caleidoscópica

ENRREJADAS :: Collage digital

El Bolsón, “mágico y natural” dicen los slogans publicitarios y los sitios de turismo, todas las agencias y empresas lo mismo, “el bolsón es mágico por naturaleza”. “donde lo mágico se vuelve natural” es lo que está escrito. Si bien es más que evidente que se  trata de estrategias de publicidad, surge una inquietud por entender que es lo que convierte a una ciudad patagónica de 20.000 habitantes en el emblema de la magia y la naturaleza. Alegoría que aparentemente coincide con la imagen de la ciudad, que no es lo mismo que la identidad de la ciudad,  atributo nada fácil de describir, ni de adjudicar, ya que es difícil determinar lo que identifica a una población tan heterogénea, influenciada por migraciones de grupos sociales con ideas y costumbres muy diversas que marcaron profundamente el carácter de la ciudad.

La respuesta a estos interrogantes es indudable: dos inmensas montañas que hacen factible el lema del slogan y, a la vez, agregan otros, no tan publicitados: la gente y la naturaleza, y como marco, como intermedio, la ciudad. Para entender como es que esta triada naturaleza-gente-ciudad convive, es necesario pararse en una de las calles de la ciudad y simplemente sentirlo. Mirar hacia un lado y encontrarse con la cordillera, infinita si se la observa desde el suelo del valle y hacia el otro lado una montaña de piedra ondulada, como el mar. Este escenario, visible desde cualquier punto de la ciudad, junto con el río que la atraviesa, hacen que la naturaleza realmente conviva con la gente, llegando a interactuar con las personas, cambiando de colores a lo largo del día, a lo largo de las estaciones, con sus diferentes historias, bosques y aguas y vida. Estas características tan únicas, son parte del cotidiano de una población que ha ido mutando su relación con el entorno natural a lo largo del tiempo. Pueblos originarios, paisanos, migrantes urbanos y rurales argentinos o chilenos, migrantes del movimiento hippie se asocian con prácticas y usos de la tierra muy diferentes, lo que se traduce en una apropiación del espacio desemejante: tierras vírgenes, aradas, cultivadas, loteadas, urbanizadas. Por otro lado, la tierra como material de construcción, como símbolo de aproximación con la naturaleza, de una concepción distinta de vivir, así como la tierra como medio de especulación inmobiliaria, como negocio rentable.

Es este collage de apropiaciones lo que convierte a El Bolsón en ciudad caleidoscópica, mutante y, como si eso fuera poco, en peligro de extinción. Como por arte de magia –una magia muy real- la naturaleza que hace a la identidad de la ciudad puede llegar a desaparecer. Si eso sucede,  las laderas de las montañas van a dejar de ser verdes o grises para ser reemplazadas por techos, las aguas del río Quemquemtreu nunca mas se verán cristalinas, los árboles de los bosques van a ser talados para dar lugar a casas. De no preservarse aquello que la hace tan mágica,  la perfecta fusión que existe hoy en día se diluirá en urbanidad.

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Para ver la investigación completa:
https://issuu.com/antomitidieri/docs/propuesta_de_plan_urbano_para_la_ci